Entrevista al Dr. José Ignacio Cubero Salmerón, investigador del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), publicada el pasado 27 de junio en Diario Córdoba, con motivo de su reciente reconocimiento como Premio Nacional de Genética.
FUENTE: DIARIO CӓRDOBA

«El níºcleo investigador cordobés es muy fuerte»

La Sociedad Española de Genética otorga el Premio Nacional en la categorí­a de genética aplicada a José Ignacio Cubero Salmerón, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenierí­a Agronómica (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba (UCO).
–Se premian sus más de 40 años de trabajo ¿qué se siente?
–Satisfacción, sobre todo por la gente que me ha acompañado. Me lo reconocen a mí­, pero el mérito es de todo el equipo.
–¿Hacia dónde ha estado enfocada su labor investigadora?
–El níºcleo principal ha sido la mejora genética de las leguminosas, aunque empezamos con otros cereales como el trigo. íšltimamente, también estamos investigando en rosas y las flores ornamentales; un ámbito muy poco explotado en Espaí±a, pero con gran futuro.
–¿En qué consiste la mejora genética?, ¿qué aporta?
–Consiste en modificar algo ya existente para mejorarlo. Para hacer que una planta produzca más, tenga un color más bonito, mejore su sabor y cualidades nutritivas, necesite menos agua, menos abono, o sea más resistente a las plagas. La diferencia con nuestros ancestros de hace diez mil años es que ellos cultivaban de manera intuitiva y ahora sabemos cómo acelerar el proceso.
-¿Es Córdoba un referente en esta materia?
–El níºcleo investigador cordobés es muy fuerte. Estamos a la cabeza en agroalimentación y mejora genética de plantas. Además, contamos con instituciones como el Consejo de Investigaciones Cientí­ficas de la Junta de Andalucí­a, el Colegio de Agrónomos, el IFAPA, el Instituto de Agricultura Sostenible, etc., que son punteros.
–¿Se invierten suficientes recursos en este tipo de ciencia?
–Estamos aún muy por detrás de otros paí­ses, sobre todo porque no hay buena transferencia de la investigación hacia la comunidad que se beneficia de ella. En paí­ses como Inglaterra, Estados Unidos o Alemania hay más empresas capaces de aplicar los resultados de estas investigaciones al comercio, la industria o la agricultura.
–¿Esta falta de transferencia repercute en mayor desconocimiento sobre la genética?
–Sí­, muestra es la mala prensa que se hace sobre estos avances y el temor hacia los alimentos transgénicos, pese a que son más seguros, pues no se comercializa nada que no esté identificado y comprobado. Utilizamos transgénicos cotidianamente: textil, medicinas, piensos animales, e incluso los billetes de euro, pero la controversia sólo se centra en los alimentos. Parece que la sociedad sigue haciendo mucho más caso a los brujos que a los cientí­ficos.
–Es compatible entonces la mejora genética con la apuesta por productos ecológicos?
–Claro. Por ejemplo, al modificar el algodón para hacerlo resistente al gusano rosa evitamos tratar la planta con insecticidas. Por tanto, este algodón es mucho más ecológico.
–¿El futuro de la agricultura pasa por la mejora genética?
–Sí­. En el año 2050 la población va a ser de unos 9.000 millones. Habrá, por tanto, que incidir en la mejora genética y acelerarla para responder a estas necesidades. Las tierras agrí­colas son ya las que hay. Por tanto, habrá que producir más por unidad de superficie, aumentar el rendimiento. Y eso sólo se consigue con técnicas agrí­colas basadas en la mejora genética.
Enlace a la entrevista publicada

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