Con motivo de la celebración del Dí­a internacional de la Conservación del Suelo, el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) organizó ayer una jornada con la que se pretendí­a dar a conocer algunas de las medidas que se están desarrollando para la prevención de la erosión y pérdida del suelo, así­ como para concienciar sobre la importancia de preservar dicho recurso natural, primordial para la vida humana. La jornada, en la que llegaron a participar más de 70 personas, contaba con la colaboración de la Asociación Española Agricultura de Conservación/Suelos Vivos (AEAC.SV), el centro IFAPA-Alameda del Obispo, la Universidad de Córdoba (UCO) y el Ayuntamiento de Córdoba a través de su Programa de diversificación del paisaje.
Si bien en España existe cierta preocupación por este asunto, no se ha dado una respuesta efectiva y de manera integral a un fenómeno que, en el caso de Andalucí­a, afecta a un tercio de la superficie terrestre. En cambio, paí­ses como Estados Unidos o Islandia cuentan, desde hace décadas, con un servicio nacional de conservación de suelos. «En el caso de nuestra región, los primeros estudios experimentales se llevaron a cabo hace 30 años, de la mano del Instituto Nacional de Investigación y Tecnologí­a Agraria y Alimentaria (INIA). Sin embargo, aunque el modelo de agricultura de conservación ha dado muy buenos resultados a pequeña escala, tenemos que seguir trabajando para aplicar estas buenas prácticas a nivel extensivo«, recordó Francisco Orgaz, vicedirector del IAS que participó en la jornada. «Para ello es necesario buscar soluciones a través de un trabajo conjunto entre cientí­ficos, agricultores, instituciones y empresas del sector privado». En este mismo sentido se posicionó el investigador del IAS José Alfonso Gómez, que reconoció la necesidad de aunar esfuerzos para desarrollar polí­ticas a largo plazo.
Tanto la comunidad cientí­fica como los propios productores son conscientes de este problema que implica no sólo daños ecológicos, sino también pérdidas agrí­colas y económicas. Carlos Castillo, profesor de la Universidad de Córdoba, lleva a cabo desde hace años un estudio sobre la medición de cárcavas en la campiña cordobesa. Trata de analizar cuáles son los factores que intervienen en la formación de estas grietas causadas por las escorrentí­as y las fuertes lluvias para poder desarrollar métodos para controlar la posible erosión hí­drica de estas tierras. Este especialista ha calculado el porcentaje de tierra que se pierde directamente en cada uno de estos enormes regueros, que en algunos casos superan los 10 metros de anchura. Según los datos provisionales que ofreció a los asistentes, debido a la intensa actividad pluviométrica de los últimos años, en algunas zonas de la provincia se han llegado a perder más de 200 toneladas por hectárea, «cifras crí­ticas que llevan a este proceso a una tendencia insostenible».
Si se tiene en cuenta que, en el caso del olivar, la pérdida de 100 toneladas por hectárea y año equivale al descenso de un 3,7% de su producción final, resulta evidente que, más allá del impacto ambiental que la erosión pueda ocasionar al terreno, se trata asimismo de un problema económico. En esta lí­nea insistió: «hay que cambiar aspectos técnicos de manejo para mejorar la conservación del suelo sin que por ello se pierda la productividad agraria».
Fomentando las buenas prácticas
Un ejemplo de los proyectos que se están desarrollando en nuestra provincia es el Programa de Diversificación del Paisaje de la Campiña de Córdoba que impulsa el Gobierno local en colaboración con la Junta de Andalucí­a y el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino. Se trata, según comentó José Mora, técnico responsable del proyecto, de reducir la erosión de suelo poniendo en valor aquellas zonas del paisaje que presentan un gran potencial para su recuperación y que, a su vez, no compiten con las zonas cultivables. Espacios inutilizados como cauces fluviales, linderos, caminos o roderos de los cortijos pueden ser aprovechados para replantar especies vegetales que permitan diversificar el paisaje, favoreciendo la biodiversidad y controlando la pérdida de suelo. Este programa se está llevando a cabo desde 2006 en colaboración con los propios agricultores, ofreciendo grandes resultados y sirviendo de ejemplo extrapolable a otras zonas de la campiña, un hábitat prácticamente despoblado pese a representar el 67% del territorio perteneciente al Término Municipal de Córdoba.
La jornada se completó con la celebración de una mesa redonda en la que participaron diferentes representantes de instituciones públicas como Jesús Casas, de la Dirección General de Desarrollo Sostenible del Medio Rural (MARM); Ví­ctor Cifuentes, de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir; Rafael Jaén, de la Concejalí­a de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Córdoba, además del Dr. Jonathan Laronne, de la Universidad Ben-Gurion, (Israel).
«Pese a que actualmente existe una mayor concienciación ambiental en nuestro paí­s, la sociedad no acaba de interiorizar el problema de la erosión del suelo», aseguró Jesús Casas en su intervención, abogando por un cambio de conciencia y una visión transversal: «tenemos que tratar de recuperar el papel del suelo, no sólo en la producción agraria, sino como eje vertebrador en la ordenación del territorio; para generar empleo, mejorar la productividad, potenciar la biodiversidad, dar valor añadido, etc». Por ello, subrayó la importancia de la sensibilización por parte de todos los actores implicados. «El tema de la conservación del suelo no está entre los problemas ambientales que preocupan a la gente y sin embargo, es un factor absolutamente estratégico cuya gestión afecta a todos».
Fotos de la jornada:

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